Influencia

Leemos en el portal Infobae los resultados de una encuesta, a 1500 personas, sobre a qué personalidad considera más influyente, en la actualidad, en nuestro país.

Más allá de que esto es solo una foto, una instantánea, como se decía antes, y que posiblemente los lentes de la cámara no sean del todo confiables, es un dato que tiene su miga.

No nos interesa para este escrito que a Cristina Kirchner se la siga considerando la más influyente, o que Macri sea el segundo considerado; lo interesante es el lugar que ocupa el Papa Francisco: está en el decimotercer lugar.

Casi que podríamos considerarlo un bochorno.

El mismo Lionel Messi, según esta encuesta, tiene mucha mayor influencia que el Papa.

¿Será tan así?

Como quiera que sea, uno no puede dejar de pensar que, en su momento, un San Juan Pablo II, ha de haber tenido un peso mucho mayor en su propia patria. Es solo una suposición porque no creo que existan registros sobre eso y, de haberlos, no me constan.

Lo interesante es tratar de dilucidar el porqué de este papelón, no solo por la posición del Papa en este escalafón, sino porque, en números de votos, se encuentra muy lejos, por ejemplo, de Javier Milei, un recién llegado a la política doméstica.

Creo yo, en mi humilde opinión, que el Papa, en vez de ser una figura de “consenso” para los argentinos se ha labrado una imagen de “disenso” permanente, con actitudes y palabras que han fogoneado la división y el enfrentamiento entre sus connacionales.

¿Creía el Papa que le saldría gratis recibir, una y otra vez, a la multiprocesada Cristina Kirchner y toda su caterva en el Vaticano? ¿Creía que le saldría gratis decir que “hay que cuidar a Cristina”? ¿Creía que le saldría gratis recibir a Hebe de Bonafini como si fuera un gran personaje?, o el calculado destrato y menosprecio a las víctimas del terrorismo que asoló la Argentina cuando él era provincial de los jesuitas, ¿creía que no tendría un costo?

Y éstos son solo algunos ejemplos que pueden brotar a boca de jarro de cualquier argentino medio. Si profundizamos un poco más, veríamos el rechazo a sus opiniones, que son solo eso, opiniones, sobre el manejo de las economías en las naciones o a nivel global, su postura casi dogmática sobre el problema de la inmigración, su opinión sobre las políticas sanitarias frente al problema del COVID y la vacunación, y así, una serie de temas en que el Vicario de Cristo toma partido por determinados sectores en temas que desconoce supinamente y en que su palabra tiene tanta validez como la de cualquiera.

Más allá de que Francisco tiene, evidentemente, una vocación desmesurada de poder, no le es ajeno el gusto por el calor de multitudes. Es algo genético en todo peronista, como lo ha sido él. Pero las fotos que circulan, ya desde hace mucho tiempo, y los resultados que demuestra esta encuesta, nos demuestran que está muy lejos de conseguir esto. Debe envidiar los continuos baños de multitudes que se daba San Juan Pablo II.

Sería interesante conocer la opinión de los católicos argentinos sobre el actual pontífice. Y hablo de católicos practicantes, no solo de bautizados.

No digo que esa encuesta salga de un modo u otro, solo digo que sería interesante.

Creo yo que el problema del Papa, que esta encuesta deja traslucir, es que él mismo no tiene real conciencia de que es el Vicario de Nuestro Señor Jesucristo, llamado a pastorear su rebaño, a confirmar a sus hermanos en la Fe; no a ser el jefe de una unidad básica o el capellán de un partido político y a que se lo confunda con un charlatán de feria, a que se lo tenga por uno más.

Para eso debe dejar de lado su patente proclividad a hablar sobre cosas opinables o que desconoce. A nadie interesa la opinión de Jorge Bergoglio.

Y si el tema político y social lo desvela, debería, con sus actitudes y magisterio apuntar al reinado social de Nuestro Señor Jesucristo y no a avalar a tanto personaje corrupto de nuestra realidad cotidiana.

Probablemente le iría mejor en las encuestas.

Un comentario sobre “Influencia

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  1. Excelente análisis. Una consideración, meramente personal de este humilde seguidor. El Papa, creo yo, no es peronista, ni siquiera francisquista, es bergoglista (de la primera hora). Además esto me recuerda una reflexión que hacía un amigo francés del entonces cardenal Bergoglio: el origen de su apellido es muy interesante, su significado es «montaña de aceite» berg: montaña; olio: aceite. Imposible de asir, de tomar. De definir. Gracias por la lucidez de l artículo

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