
“Llegará el día en que será necesario desenvainar
una espada para demostrar que el pasto es verde”.
G. K. Chesterton
Alguna vez escribí en este blog sobre un viejo y querido coronel de artillería, brillante intelectualmente, que sostenía que la crisis del mundo actual era la crisis de la obviedad. De él me acordé hoy cuando leía en Infocatólica, que la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida por el Cardenal Ladaria, había contestado al dubium, presentado vaya a saber por quién, acerca de la posibilidad de que la Iglesia estuviera en condiciones de bendecir la unión de homosexuales.
La primera observación que surge es ¿cómo llegamos a este punto? ¿A quién se le ocurre semejante cosa? Una duda, del latín dubium, en singular, es contestada por esta Congregación, cuando es presentada por un obispo o grupo de obispos o una conferencia episcopal. Es lo que no pasó cuando cuatro cardenales presentaron sus dudas, del latín dubia, en plural, al Papa Francisco y que todavía esperan respuesta. Dos de los cardenales ya fallecieron.
Es decir, que para que la Congregación para la Doctrina de la Fe conteste, no puede ser un cualquiera el que pregunte, debe ser alguien que tenga alguna importancia. Y sobre esto es que surge la observación, ¿hay obispos, cardenales o conferencias episcopales que tienen dudas al respecto? Descartemos al episcopado alemán que, en su inmensa mayoría, están dispuestos a las más profundas reformas de la Iglesia, sobre todo doctrinales enmascaradas en lo pastoral, es decir que están en la anti Iglesia.
El estado de putrefacción a que ha llegado cierto sector del episcopado aterroriza a cualquiera.
Yendo al documento que difundiera el organismo de Ladaria, debemos decir que, según mi criterio, hay tres o cuatro cosas importantes.
Lo primero es que, según se lee en el mismo documento, está aprobado por el Papa. Esto no es menor porque, si bien es lo mínimo que uno espera, queda claro que, más allá de las permanentes ambigüedades y contradicciones del pontífice, es un instrumento formal donde no caben las dobles interpretaciones o las indefiniciones.
Luego de la introducción, se hace referencia a los sacramentales, la bendición es uno de ellos, y que su aplicación es sobre realidades que están ordenadas a los designios divinos.
Por ejemplo, y este ejemplo es mío, a nadie se le ocurre hacer bendecir una sala de juego clandestino, los llamados garitos en la Argentina, dado que su finalidad está muy alejada de los designios de Dios.
El párrafo siguiente dice: “Por este motivo, no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”. Este párrafo es extremadamente importante ya que no solo implica el impedimento para bendecir “parejas” del mismo sexo, sino que también se puede interpretar el impedimento para bendecir una unión de personas de distinto sexo fuera de los cánones del matrimonio indisoluble; lo que entra en colisión con la interpretación heterodoxa de Amoris Laetitia.
En los párrafos finales dice: “La Iglesia… no bendice ni puede bendecir el pecado”.
Punto final. Para los purpurados flojitos de entendederas es suficiente. No se puede bendecir la unión de homosexuales.
Pero hay más.
Uno de los párrafos sostiene: «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia». Siendo así las cosas, uno se pregunta cómo es que el entonces cardenal Begoglio y actual Papa, está a favor de la viabilidad de la unión civil entre homosexuales, ¿no encuentra contradicción en eso?
Finalmente, otra parte interesante es esta: “la Iglesia… bendice al hombre pecador, para que se reconozca como parte de su designio de amor y se deje cambiar por Él. Él, de hecho, «nos toma como somos, pero no nos deja nunca como somos»”. Me pregunto cómo se concilia la afirmación anterior con aquello que el Papa le dijera al homosexual chileno Juan Carlos Cruz, según sostiene The New York Times.
La pregunta que muchos se hacen es si realmente existió alguien que formuló la pregunta que diera origen a este documento, dado que la Congregación para la Doctrina de la Fe no ha dado a conocer quién ha sido, o si, bajo esta apariencia de una duda formulada por alguien, lo que ha hecho el Vaticano es querer empezar a marcarle la cancha al episcopado alemán y a otros sectores progresistas. De esta forma, quien correría con los gastos de una eventual confrontación, sería el cardenal Ladaria y, recién en segundo término el propio Francisco.
Mientras tanto, casi en simultáneo, el avispero progresista salió al cruce del documento.
Los alemanes ya dijeron que no aceptan un No, según nos informa Infovaticana, lo cual era previsible. Será interesante ver cómo reacciona el Vaticano. Mi humilde opinión es que los alemanes seguirán haciendo lo que quieren y Francisco se hará el distraído. Una cosa es apabullar a un obispo cualquiera de una pobre diócesis y otra muy distinta enfrentar a casi todo el prepotente y agresivo episcopado alemán. Apostaría a que terminado el pontificado actual, las diferencias no estarán dirimidas y los alemanes seguirán caminando hacia el abismo sin que nadie se anime a enfrentarlos.
También es interesante ver la reacción de un medio digital “católico” como Religión Digital, que tantas esperanzas ha puesto en Francisco para llevar adelante las reformas que ellos anhelan. No pasa día ni artículo que no esté abundantemente regado con alabanzas al Papa y lo bueno que es Francisco y cómo la Iglesia lo necesitaba y bla, bla, bla.
Este documento sobre la bendición negada a los homosexuales los ha dejado helados. Pero, rápidos para reaccionar, han decidido echarle la culpa a Ladaria. Ni una frase de protesta contra el Papa.
Era de esperarse.
Muy bueno Antonio! Es cierto que la respuesta debería ser una obviedad y consultas de este tipo hacen dar un brinco a Don Pero Grullo. Pero ante el modo impensable en que se han ido planteando las cosas y la proliferación de esas «bendiciones», bienvenida sea la consulta realizada y bienvenida también la respuesta. La cita chestertoniana es exacta para nuestro tiempo. Gracias!!!
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