
Hoy se nos fue a los argentinos Don Enrique Díaz Araujo. La muerte le llegó como pidiéndole permiso. Las circunstancias de sus últimos momentos así lo demuestran. La vio venir y, serenamente, se preparó para afrontarla.
Díaz Araujo formó parte de aquel grupo formidable de intelectuales católicos nacionalistas mendocinos, integrado, entre otros, por Rubén Calderón Bouchet, Francisco Ruiz Sánchez, Denis Cardozo Biritos, Oscar Acevedo, Jorge Comadrán Ruiz, Abelardo Pithod, Simón Laserna, Eduardo Puelles, Jorge Lona, quien luego entrara en vida religiosa y fuera obispo de San Luis, y algunos más, que tanto dieran a la juventud argentina y que seguirán dando a través de sus escritos y sus obras.
Poseedor de una inteligencia brillante y de una erudición excepcional, entendió la vida como un combate constante al servicio de Dios y de la Argentina.
Ya desde su juventud, enfrentando el ominoso gobierno de Perón, y a lo largo de su vida se empeñó en la lucha contrarrevolucionaria teniendo como norte la restauración del orden social cristiano.
No pretende ser este escrito una enumeración exhaustiva de su gigantesca obra intelectual, pero destaquemos que temas tan disímiles como el Mayo francés, el evolucionismo, la infiltración progresista en la iglesia a través de la obra de Maritain o temas históricos diversos, fueron abordados por su inteligencia excepcional con una profundidad y una solidez incomparables.
En su faceta personal, destaquemos que era tal su pasión y humildad que lo mismo era para él exponer ante un salón colmado y con un público jerarquizado que disertar ante una docena de jóvenes adolescentes que hacían sus primeras armas en su formación. Todo para él era motivo de apostolado.
Su ejemplaridad como amigo queda retratada en la siguiente anécdota. Cuando su querido amigo Francisco Ruiz Sánchez, probablemente el mayor filósofo de la educación en la Argentina, fuera perseguido, amenazado e intimidado por las bandas marxistas allá por mil novecientos setenta y cinco y, para evitar que su familia corriera mayores riesgos, tomó la decisión de emigrar a Chile, Díaz Araujo procedió en consecuencia.
-Enrique – me relata uno de los hijos de Ruiz Sánchez, actual sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado – decidió, motu propio, acompañarlo, sin necesidad personal, dejando de lado sus quehaceres personales, y por más de un año compartió con mi padre el exilio y las estrecheces de su vida. Y, cuando, mi padre falleciera algunos años después, quedando mi madre viuda con diez hijos, Enrique no dejó de colaborar, pecuniariamente, con la familia de su amigo fallecido y en interesarse por las necesidades de cada uno de sus hijos.
Otro sacerdote, también del IVE, que compartiera un año de su vida con Díaz Araujo en La Plata, comentaba el privilegio que había tenido al almorzar con él a diario, escuchar el análisis de lo que sucedía en la patria y la verdadera pasión y amor con que se mantenía informado sobre todo lo que sucedía en este suelo y resaltaba su permanente sentido del humor.
Se nos ha ido un maestro, un patriota, un verdadero caballero cristiano. No voy a ser original para cerrar este escrito, voy a parafrasear a José Antonio cuando despedía a un camarada muerto. Que Dios otorgue a Enrique Díaz Araujo la gloria eterna y que brille para él la Luz que no tiene fin y que a nosotros nos niegue el descanso hasta que sepamos recoger la cosecha que su obra ha sembrado.
*En la foto: Don Enrique Díaz Araujo en el extremo izquierdo, y Don Francisco Ruiz Sánchez en el extremo derecho.
Antonio: A pesar que no soy tan joven, no pertenezco a esa generación intelectual y gloriosa que menciona en este recordatorio. Sin embargo muchos de nosotros hemos recibido su enseñanza y hemos aprovechado para transmitirla, con las limitaciones del caso, a nuestros alumnos en cada clase como él mismo nos enseñara alguna vez en charlas informales. Dios lo guarde, gracias por el recuerdo y siempre estará presente como todos esos maestros que nos han formado en el inmenso amor a Dios y a la Patria. Es un deber de Justicia.
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Camarada Antonio, realmente un grande Don Enrique y con respecto al comentario me parece excelente, salvo lo de calificar de » ominoso» al gobietnodel Geal Perón, aunque Don Enrique haya sido critico y militante, pero creo que sin deificar a Perón al igual que Yrigiyen pertenecen con un saldo a favor junto con San Martin, Don Jyan Manuel, los caudillos, los heroes de Malvinas y los perseguidos «carapinradas» a la argentina profunda de raices Hispaniamericanas y Católicas. En Xto Rey, María Reina y San José. Dios y Patria o muerte!!! Ricardo Andrili. P/D: tu padre decia: «no soy peronista, ni dejo de serlo».
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