Mientras el mundo sigue andando

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Mientras un sinnúmero de sacerdotes, religiosos de ambos sexos y laicos arriesgan su salud y comprometen su tiempo y, no pocas veces, su vida, para mitigar las consecuencias materiales y espirituales de la pandemia del coronavirus, las distintas jerarquías de la Iglesia Católica, en un gran número, parecieran desorientadas o extraviadas, cuando no en actitudes gravemente nocivas para la vida de las almas que tienen a su cuidado.

En el primer grupo, entre las desorientadas o extraviadas, debemos incluir en forma preminente al Vaticano en su conjunto, con el Santo Padre a la cabeza, que no solamente decretó el desarrollo de una semana de reflexión sobre la encíclica Laudato Si, sino que ahora ha dispuesto una especie de festejo un tanto estrafalario al establecerse un año completo de diversas actividades concordantes con el contenido de la también estrafalaria encíclica. Todo esto lo encontramos detallado y relatado por Sandro Magister.

Entretanto, el Papa nos insta a “escuchar y responder al grito de la tierra”.

Uno se pregunta si es real que el Vicario de Cristo crea en estas cosas o que emplee esta terminología. Los cardenales, obispos y arzobispos que rodean al Papa, doctores en teología, filosofía y demás ciencias, ¿creen en eso del “grito de la tierra”? ¿O solo es que su cobardía les impide decirle al Papa que deje de hacer el ridículo? Alguien debe decirle al rey que está desnudo.

Debo reconocer que nunca en mi vida supuse o imaginé que un Papa hablara poco menos que como un chamán o brujo de aldea.

Leyendo el artículo de Magister se experimenta una mezcla de rabia, impotencia, vergüenza ajena y desconcierto.

En el segundo grupo de jerarcas de la iglesia, aquellos que actúan en forma maliciosa y con determinación para minar y destruir los fundamentos de nuestra fe, podemos citar, en principio, al cismático episcopado alemán.

La Iglesia alemana sufre, evidentemente, una crisis que podemos calificar de terminal. Citamos, otra vez, a Magister que describe y clarifica cómo la casi totalidad de los obispos alemanes esperan que concluya el sínodo que están llevando adelante, para romper con la milenaria doctrina católica en moral sexual, el sacramento del orden y el papel de la mujer dentro de la Iglesia.

Al respecto, cabe señalar que el episcopado ucraniano, ha corregido fraternalmente a los obispos alemanes, sin que esto haya tenido respuesta alguna por parte de los obispos germanos.

La situación de la iglesia alemana, de catástrofe casi irreversible, sería materia de estudio de cómo un organismo de la iglesia ha llegado a tal estado de putrefacción. Es que no solo es la perniciosísima influencia de Rahner y de sus discípulos lo que ha obrado en esta situación. Uno se pregunta cómo es que el noventa por ciento, según Magister, de estos obispos se encuentra en virtual estado de rebeldía contra la Tradición, el Magisterio y las Sagradas Escrituras. Porque debemos ser sinceros, no es sólo Rahner y la putrefacta teología modernista, también es la incapacidad de gobierno de varias décadas de quienes debieron impedir esta situación. Sin ir más lejos, y pese a la devoción que tenemos por Benedixcto XVI y su irreprochable y ejemplar vida personal, ¿cómo es que habiendo ejercido veinticinco años como cardenal, al lado de San Juan Pablo II, y ocho años como Sumo Pontífice ha permitido que el episcopado de su país se haya transformado en lo que es hoy? Duele decirlo, pero es la realidad. Si el único baluarte de la ortodoxia católica que queda en Alemania es el cardenal Woelki y un puñado de obispos es que las cosas se han hecho muy mal. Y no es que Woelki sea Torquemada.

La profundidad de la inmundicia alemana es patética; porque no es que sea una polémica por una exquisitez teológica o si las reliquias de los mártires deben ir sobre o al frente de los altares. Lo que los obispos alemanes están pidiendo es que la Iglesia normalice las relaciones homosexuales; están pidiendo que la contra natura sea aceptada y puesta a la par de la santidad de las relaciones sexuales dentro del matrimonio. Todo esto sostenido, defendido y promovido por cardenales y obispos de la Santa Iglesia Católica.

¿Y el Vaticano qué dice de todo esto?

Ya nos hemos referido a esto en una entrada anterior. Y no ha habido grandes modificaciones. Básicamente lo que el Papa les ha dicho a los alemanes es “que no caminen solos”, queriendo decirles que no se apuren; no les está diciendo que dejen de caminar hacia el precipicio o hacia el infierno, sólo que “no lo hagan solos”.

Mientras tanto la agenda y la revolución de los homosexuales en la Iglesia sigue adelante. Veamos si no el artículo de Riccardo Cascioli en la Nuova Bussola Quotidiana sobre el diario de la Conferencia Episcopal Italiana, Avvenire, y el reportaje al cardenal Zupi; la declaración de los obispos alemanes sobre sodomía y fornicación que se puede leer en Infovaticana; o la iniciativa de la Arquidiócesis de Salzburgo.

Así están las cosas hoy en la Iglesia.

Hace un tiempo escuchábamos que Stalin había desarrollado planes para infiltrar los seminarios de las iglesias católica y ortodoxa; después escuchamos sobre la infiltración de la masonería para la destrucción de la Iglesia, luego sobre la infiltración de los curas tercermundistas. Hoy nos hablan de la infiltración de los homosexuales.

A esta altura de los acontecimientos uno piensa que los que debemos infiltrarnos en la Iglesia Católica somos los católicos.

Un comentario sobre “Mientras el mundo sigue andando

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  1. Impecable artículo que describe sin pelos en la lengua la triste realidad que estamos viviendo. Y para cerrarlo, un último párrafo que es toda una reflexión. Excelente…!!!

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