Elogio de Satán

Uno cree haber leído todo, como me dice quien me mandó el artículo, en lo que se refiere a la maldad intrínseca del progresismo religioso, pero evidentemente no es así.

Leonardo Boff, ese teólogo brasileño malvado, mimado por el actual Papa, que ha influido en una buena porción del cristianismo brasileño y de Latinoamérica, se despacha con una interpretación inicua sobre quién es Satanás, en esa cloaca llamada Religión Digital.

Por empezar nos dice que nadie ha “sufrido” tantas injusticias y ha sido tanto “satanizado” como el mismo Satán. Después nos dice que él, Satanás, está en la corte celestial, que es un ser de bondad, pero que tiene el problema de que Dios le encargó poner a prueba a los seres humanos.

Según este pobre hombre, Boff, el segundo problema que ha tenido Satanás es que, allá por el siglo VI a. C. los judíos mezclaron su religión con la de Zoroastro y de esa confusión nació la mal endilgada fama de Satanás como “príncipe de las tinieblas”. Posteriormente se elabora la “saga” de la revuelta de los ángeles malos y su expulsión de los cielos. Pero esta “saga” tiene un problema: ¿dónde ponemos a los ángeles expulsados? Porque Boff no está dispuesto a consentir la idea de un infierno. Y para eso apela, como era de esperarse, al Papa Francisco que ha dicho, según él, que “no existe condenación eterna; ella es sólo para este mundo”.

Después de esta confusión con Zoroastro, es nada menos que San Agustín el incauto que toma esta confusión como verdadera y su influencia, en una interpretación equivocada, ha llegado hasta los papas y la iglesia de hoy.

¿Qué hacemos con los textos bíblicos que nos hablan del infierno, incluso lo dicho por Nuestro Señor Jesucristo? Boff nos dice, aleccionador y vero intérprete, que esos fundamentalismos hay que superarlos, porque si no, entramos en contradicción con un adecuado concepto de Dios y corremos el riesgo de destruir la buena nueva de Jesús.

En defensa de Satanás este hereje da otros cuatro argumentos.

El primero es que los seres humanos no saben asumir sus responsabilidades y buscan una razón del mal en el mundo, transfiriendo, equivocadamente, la responsabilidad a Satanás.

Luego, como segundo argumento, nos dice que existe una “pedagogía del miedo” a la que se echa mano para hacer que los hombres crean en Dios. “Demonio e infierno son por lo tanto creaciones humanas…”, nos dice. Y que la “pedagogía del miedo es siniestra” y que fue aprovechada por quienes sometieron a los pueblos originarios de América Latina.

Tercero, Satán es una criatura de Dios, ¿cómo Dios va a mantener en el ser a una criatura mala, incluso en el infierno?

Y. como último argumento, sostiene que el gran mensaje de Jesús es la infinita misericordia de Dios, “la afirmación del castigo eterno en el infierno destruye directamente la buena-nueva de Jesús”.

“El infierno y los demonios y el principal de ellos, Satán, son proyecciones nuestras de la maldad…” y “tenemos que liberarnos, finalmente, de tales proyecciones, para vivir la alegría del mensaje de salvación universal de Jesucristo”, son las ideas con que cierra este defensor de Satanás su artículo.

Este “teólogo” siniestro, funesto, envenenador de almas, escribe y sostiene estas cosas sabiendo que no corre ningún riesgo disciplinario; aunque creo que ya no le importa. Cree que tampoco tendrá problemas en el juicio particular, para el cual no falta mucho dada la edad que tiene. Pobre de él.

En cuanto al sitio que lo cobija, Religión Digital, entiendo que hay obispos españoles que lo sostienen y que lo pregonan; ellos también, los obispos, tendrán dificultades más que importantes cuando les llegue la hora. En cuanto al Papa, si es real que ha sostenido que “no hay condenación eterna”, como lo cita uno de sus más queridos teólogos, debería recordar, con Santo Tomás,  que el pecado contra el Espíritu Santo (que es imperdonable) es todo pecado que pone un obstáculo particularmente grave a la obra de la redención en el alma, es decir, que hace sumamente difícil la conversión al bien o la salida del pecado. La presunción es uno de ellos.