
Miraba hoy el video que enlaza La Cigüeña de la Torre del Ángelus del Papa del treinta de enero. Nadie. Entre turistas, viandantes ocasionales y algunos que, seguramente, estarían de paso haciendo algún trámite y se pararon a curiosear, nos queda un puñado muy chiquito de gente que haya ido a ver al Papa.
Mirando estas imágenes penosas, vino a mi memoria una nota que saliera hace muchos años en la recordada revista Cabildo que se titulaba “Hablá de Gardel”.
¿De qué se trataba la nota?
Con ocasión de la inauguración de una estación del subte, línea B, se realizó un acto, en la misma estación, que se bautizó con el nombre del famoso cantante Carlos Gardel. Si mal no recuerdo fue durante el gobierno de Alfonsín.
Durante la ceremonia, antes del clásico tijeretazo a las cintas, un funcionario, no recuerdo quién, tomó la palabra y comenzó a perorar sobre las bondades del gobierno de turno. El público, no muy numeroso, aguantó con alguna paciencia las banalidades del discurso, hasta que alguien, menos paciente, interrumpió al orador con un estentóreo: “hablá de Gardel”, con lo cual expresaba lo que el público quería oír. Nadie había ido a escuchar los supuestos éxitos del gobierno, se suponía que iban a hablar sobre el homenajeado. Y, poco a poco, el público comenzó a abandonar la nueva estación.
Algo similar debe estar pasando con las apariciones del Papa en público, ya sea frente a la plaza San Pedro o en el aula Paulo VI. Nadie va a escuchar al Papa, al sucesor de San Pedro, para escucharlo hablar sobre ecología o sobre inmigración o sobre vacunas. Si quisiéramos escucha sobre esos temas iríamos a escuchar a especialistas, y al Papa Francisco no solo no le compete hablar sobre esos temas sino que está lejos de ser un especialista.
Alguien debería decirle al Papa, al oído, por supuesto, que a los católicos no nos interesa escucharlo sobre temas que desconoce y en los que muchas veces se equivoca.
Alguien debería decirle, en voz baja, “Santidad, háblenos sobre la vida eterna”.
Probablemente iría más gente a escucharlo.
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