
Mes de mayo, mes de la Santísima Virgen María; ocasión ideal para poner las intenciones y gracias más anheladas en las mejores manos. Un mes entero para ser escuchados por la intercesora de todas las gracias. Habrá para pedir gracias particulares, necesidades de cada uno. Habrá para pedir gracias que atañen a toda una diócesis, en cuyo caso serán los obispos quienes podrán señalarlas y proponerlas para sus fieles, y así se podrá pedir por individuos o grupos; todo ello hará que la diversidad de solicitudes sea enorme. Y en lo que atañe a la Iglesia universal, será o debiera serlo, función del Sumo Pontífice la de advertir cuáles son las gracias que más urgen para el mundo católico.
Un repaso, a vuelo de pájaro, de las noticias que incumben a los cristianos por el mundo entero, permitiría pensar que lo que más apremia es rogar para que no se concrete el cisma, en muy pocos días más, de la iglesia en Alemania. Otra opción sería que cesen las persecuciones a los cristianos en tantos lugares y de tan diversas maneras tales como la sanción de leyes inicuas, como en el caso de Finlandia o Canadá, o la persecución física, como en los casos de Sudán, el Congo, China, o de tantos otros lugares en que Cristo es perseguido en las personas o instituciones católicas.
Uno entiende que el Papa tiene muchos problemas que necesitan su atención, situaciones que resolver e infinidad de temas que abordar a diario porque su campo de acción es el mundo entero; pero su misión específica, lo esencial, lo sabemos todos: es cooperar como Vicario de Cristo en la salvación de las almas.
Por todo lo anteriormente expresado es que es incomprensible, no se entiende, que la intención del Papa, para las oraciones del mes de Mayo, sea que recemos para la “regulación de las finanzas”. Ya, de suyo, es extravagante ver y oír al Papa hablando de la especulación financiera y de temas tan controvertibles, de tanta especificidad y tan ajenos a los que atañen a un pontífice. Tan extravagante como cuando sacó la encíclica “Laudato si”, sobre el cambio climático y con temas en los que ni siquiera los expertos se han puesto de acuerdo. En todo caso, ambos temas son completamente opinables y debatibles, y en este caso, con todo el respeto que la figura del Papa merece, su opinión, que expresa en este video, es tan respetable como la de cualquier mortal con un mínimo de conocimientos sobre economía y finanzas; mínimo que, sinceramente, dudo que Francisco tenga.
Mientras el Papa opina, “especula” sobre los mercados financieros, en Alemania y en pocas horas se partirá la iglesia; una parte grande o chica, ya lo veremos, va a apostatar, va a renegar de la doctrina de la Iglesia públicamente; y lo ha anunciado con bombos y platillos.
¿No sabe esto el Papa? Debería saberlo. Y si no, alguien debería decírselo y señalarle la extrema gravedad de lo que está por pasar. Este sí es motivo para rezar, implorar a María Santísima un mes entero, la Iglesia toda. Las consecuencias de esto son imprevisibles. Decenas de miles de católicos se verán arrastrados por estos sacerdotes a la apostasía.
Hace poco más de un año y medio, en su vuelo de regreso de Madagascar, Francisco expresaba:
“…Siempre existe la opción cismática en la Iglesia, siempre. Pero es una de las opciones que el Señor deja a la libertad humana. No le temo a los cismas, rezo para que no existan, porque está en juego la salud espiritual de mucha gente. Que haya diálogo, que haya corrección si hay algún error, pero el camino del cisma no es cristiano…”
No le teme a los cismas, cosa curiosa en un Papa. Será por eso que no se ha manifestado en lo que respecta a lo que sucederá el próximo diez de mayo.
Esto no será gratuito para el alma, para el destino eterno de quienes estén implicados en lo que está por pasar.
Y Francisco, aunque parezca desentendido, aunque no le tema a los cismas, también está implicado. Alguien debería avisarle.
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