Hace unos cuantos años, cuando yo era un adolescente, un amigo me pasó un libro sobre la vida de Cornelio Codreanu, el héroe nacionalista rumano.
Una de las primeras cosas que llamaba la atención en el relato era un suceso que protagonizó cuando apenas tendría poco más de veinte años y se desempeñaba como operario en una fábrica. Su lugar de trabajo estaba completamente infestado por militantes comunistas y él apenas si contaba con un camarada de bastante mayor edad. El hecho es que por no recuerdo qué circunstancia los obreros de la fábrica se habían concentrado en proximidades de un mástil que se encontraba en la entrada de la instalación, y entre gritos de algarabía y vituperios a su patria estaban izando la bandera comunista de la hoz y el martillo. Codreanu, sin vacilar y acompañado por su único amigo, se abrió paso entre la multitud, llegó al mástil, tomó con violencia la driza, arrió la bandera roja, la tiró al suelo y repuso la bandera rumana en su lugar. Esta acción fue seguida por un completo silencio de quienes estaban presentes y los dos nacionalistas se fueron abriendo paso hasta volver a su lugar de trabajo. Nadie osó modificar lo hecho por Codreanu.
Lo referido anteriormente me vino a la memoria ante lo protagonizado por dos héroes malvineros en la ciudad de Córdoba la semana pasada, en una acción parecida.
Los señores Veteranos de la Guerra de Malvinas Don Alejandro López y Don Daniel Villena fueron quienes salvaron el honor de la bandera nacional en el Parque Sarmiento de la capital mediterránea el 27 de junio pasado.
El hecho sucedido, que fue informado por diversos medios, no es más que la espontánea reacción de dos argentinos bien nacidos que no toleraron la afrenta de que la bandera oficial de la nación fuera suplantada por el símbolo de la perversión y la contra natura.
La acción llevada a cabo por estos dos patriotas fue repudiada por quienes nos imaginamos: lo peor de la sociedad, que con la trampa de la “inclusión” pretende justificar los peores atropellos y naturalizar la depravación.
El funcionario responsable, Martín Llaryora, intendente de Córdoba, pretendió defender su iniciativa de homenajear al “colectivo” LGTB con el desgastado argumento de una sociedad “más inclusiva, igualitaria y respetuosa”.
Los argentinos decentes no queremos incluir en nuestra nación el libertinaje y la degradación. El trapo multicolor que los veteranos arriaron representa la desgracia y la corrupción moral actual de los argentinos y es la amenaza de la decadencia de las futuras generaciones.
Por último, circula la información de que a estos dos patriotas los habrían amenazado por lo actuado.
Attenti estos cobardes anónimos, amenazar a un veterano de guerra que cumple con su deber es amenazar a la Fuerzas Armadas todas y en especial a sus gloriosos veteranos y es ofender al pueblo argentino.
Los veteranos de Malvinas a través de estos dos señores nos han vuelto a dar una lección de coraje y patriotismo.
El mismo día que ocurrió este hecho y previendo que intentarían alguna represalia con los Guerreros Malvineros, envié a unos conocidos cordobeses el mensaje que ahora copio en este sitio en señal de apoyo.
Realmente, desde el punto de vista de la lucha y del enfrentamiento que todos los Argentinos presagian es Providencial que se dé de esta manera, es decir, por un lado, el del mal, lo más repudiable y execrable de parte de nuestra sociedad, los diabólicos degenerados y aborteros, representantes del LGTB. Del otro, lo más representativo de la Patria, los Guerreros de Malvinas. Nunca tan bien definidos el bien y el mal, la Patria y la antipatria, Dios y el demonio. ¡A no aflojar Guerreros de Malvinas que la Patria verdadera está con Ustedes!!!…
¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Reina!
¡Viva Malvinas y la Patria Catolica y Sanmartiniana!
Hugo Reinaldo Abete
Ex Mayor E.A.
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