Otra vez Suncho Corral es buena noticia. Y otra vez el Colegio de los Pañuelos.
Pero en este caso es el fundador del Colegio San Miguel Arcángel: el RP Juan Cruz Fariña, del Instituto del Verbo Encarnado.
El Concejo Deliberante lo declara Ciudadano Ilustre.
Hoy en día no es buen negocio distinguir a los sacerdotes de la Iglesia Católica. Está a la vista que la Iglesia es atacada a diario en el mundo entero. Pero, otra vez, los santiagueños prefieren ir contra corriente y les importa muy poco lo que “el mundo” opine.
Bendita sea esa rebeldía santiagueña.
Conviene hacer algunas consideraciones sobre los fundamentos del Decreto del Honorable Concejo Deliberante para calibrar el mérito del sacerdote. En ellos, se le reconoce no solo el valor que tiene su fundación desde el punto de vista educativo, sino que se resalta que todo gira alrededor de la evangelización y en el educar a la juventud en la búsqueda de la verdad.
No es común que actualmente se fundamente un reconocimiento público a alguien con esos argumentos. Más bien, cuando excepcionalmente se reconoce a una figura religiosa se lo hace con calificativos neutros o vagas alusiones a la “humanidad”. En este caso, al Padre Fariña, se le reconoce públicamente porque su accionar está al servicio de la Verdad.
El Padre Juan Cruz vio que después del sacramento de la confirmación los jóvenes se iban alejando, quedando el trabajo sobre un reducido grupo, por lo que pensó en la fundación para dar una educación integral.
No tenía dinero, no tenía terreno y no tenía ni siquiera mano de obra para comenzar con los trabajos. Nada lo amilanó. Consiguió el terreno, y con un albañil, a quien él mismo secundó, comenzó el trabajo. Todo esto con cincuenta grados de calor. Luego se fueron sumando jóvenes entusiastas para colaborar.
El Bachillerato toma como modelo educativo el ideado por Don Bosco para formar “buenos cristianos y honestos ciudadanos”.
El colegio comenzó a funcionar en el año 2010 y cuenta, actualmente, con casi trescientos alumnos.
Cierro esta breve presentación con palabras del santo cura de Ars, San Juan María Vianney:
“Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina”.
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