Dos perlas

dos perlitas

Hace pocos días conmemoramos el Día de la Hispanidad. Entre muchas palabras que se dijeron y que no se dijeron me llamaron la atención dos cosas que publico ahora. Una, vieja, de hace más de cincuenta años, y la otra muy fresca, que publica un portal de noticias.

Vamos a la más nueva. El portal Infobae da cuenta de una conferencia que pronunció un politólogo argentino, Marcelo Gullo Omodeo, en Sevilla, y que puede leerse AQUÍ.

El conferenciante, de quien yo desconocía su existencia, explica la llamada “Leyenda Negra” como “el principal ingrediente del imperialismo cultural anglosajón para derrotar a España y dominar Hispanoamérica». En otro tramo de la disertación, sostuvo que “Hispanoamérica olvidó a su progenitora pero, más grave aún, España, pasivamente subordinada, ideológica y culturalmente, por la historia que construyeron sus enemigos, olvidó su maternidad metafísica”.  Los historiadores en que basó su conferencia son izquierdistas, Juan José Hernández Arregui y Jorge Abelardo Ramos. Y concluyó el politólogo con esta sentencia: «Por hacer suya la Leyenda Negra, España olvidó que ningún hispanoamericano, moreno, indio, o criollo es extranjero en tierras de Isabel y de Fernando. Es por ello que la Madre Patria, creyendo estar libre, está subordinada, subordinada a esa Leyenda Negra, primer eslabón de su subordinación pasiva». Más allá de que no hizo alusión al carácter eminentemente evangelizador de la conquista que le imprimieron los Reyes Católicos, lo curioso del caso es que muchos asistentes a la conferencia se sintieron ofendidos y hasta quisieron interrumpirla. Los militantes de las “izquierdas” no toleran que la España evangelizadora quede limpia de las acusaciones promovidas y fogoneadas por sus enemigos viscerales. Y conste que el expositor era un hombre calificado como de “centro izquierda”.

Vamos a la segunda perla.

Releyendo viejos archivos me reencontré con un discurso del año 1947 del General Perón. Recordemos que Perón fue un perseguidor de la Iglesia Católica. Fue responsable, en 1955, de la quema de las iglesias en Buenos Aires, encarceló a decenas de dirigentes católicos y expulsó al Nuncio Apostólico, Monseñor Ramón Novoa.

Transcribo algunos párrafos del discurso de Perón para conmemorar el Día de la Raza.

“No me consideraría con derecho a levantar mi voz en el solemne día que se festeja la gloria de España, si mis palabras tuvieran que ser tan sólo halago de circunstancias o simple ropaje que vistiera una conveniencia ocasional. Me veo impulsado a expresar mis sentimientos porque tengo la firme convicción de que las corrientes de egoísmo y las encrucijadas de odio que parecen disputarse la hegemonía del orbe, serán sobrepasadas por el triunfo del espíritu que ha sido capaz de dar vida cristiana y sabor de eternidad al Nuevo Mundo”.

“Su empresa (la de España) tuvo el sino de una auténtica misión. Ella no vino a las Indias ávida de ganancias y dispuesta a volver la espalda y marcharse una vez exprimido y saboreado el fruto. Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de ‘atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios’. Traía para ello la buena nueva de la verdad revelada, expresada en el idioma más hermoso de la tierra. Venía para que esos pueblos se organizaran bajo el imperio del derecho y vivieran pacíficamente. No aspiraban a destruir al indio sino a ganarlo para la fe y dignificarlo como ser humano…”

“Como no podía ocurrir de otra manera, su empresa fue desprestigiada por sus enemigos, y su epopeya objeto de escarnio, pasto de la intriga y blanco de la calumnia, juzgándose con criterio de mercaderes lo que había sido una empresa de héroes. Todas las armas fueron probadas: se recurrió a la mentira, se tergiversó cuanto se había hecho, se tejió en torno suyo una leyenda plagada de infundios y se la propaló a los cuatro vientos”.

“Y todo, con un propósito avieso. Porque la difusión de la leyenda negra, que ha pulverizado la crítica histórica seria y desapasionado, interesaba doblemente a los aprovechados detractores. Por una parte, les servía para echar un baldón a la cultura heredada por la comunidad de los pueblos hermanos que constituimos Hispanoamérica.

Por la otra procuraba fomentar así, en nosotros, una inferioridad espiritual propicia a sus fines imperialistas, cuyos asalariados y encumbradísimos voceros repetían, por encargo, el ominoso estribillo cuya remunerada difusión corría por cuenta de los llamados órganos de información nacional”.

“Su celo por difundir la verdad revelada porque –como también dice la Recopilación–teniéndonos por más obligados que ningún otro príncipe del mundo a procurar el servicio de Dios y la gloria de su santo nombre y emplear todas las fuerzas y el poder que nos ha dado, en trabajar que sea conocido y adorado en todo el mundo por verdadero Dios como lo es, felizmente hemos conseguido traer al gremio de la Santa Iglesia Católica las innumerables gentes y naciones que habitan las Indias occidentales, isla y tierra firme del mar océano”.

“Y si bien hubo yerros, no olvidemos que esa empresa, cuyo cometido la antigüedad clásica hubiera discernido a los dioses, fue aquí cumplida por hombres, por un puñado de hombres que no eran dioses aunque los impulsara, es cierto, el soplo divino de una fe que los hacía creados a la imagen y semejanza de Dios”.

“El sentido misional de la cultura hispánica, que catequistas y guerreros introdujeron en la geografía espiritual del Nuevo Mundo, es valor incorporado y absorbido por nuestra cultura, lo que ha suscitado una comunidad de ideas e ideales, valores y creencias, a la que debemos preservar de cuantos elementos exóticos pretenden mancillarla”.

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